Adiós MAESTRO.

Aún recuerdo, cómo una aburrida mañana de instituto, estaba yo sentado en clase, “escuchando” las explicaciones de mi maestra de lengua. El tema era Miguel Delibes y su obra “Cinco horas con Mario.”

Por aquél entonces, me importaba el tema lo suficiente para aprobar. Una lástima la verdad, porque este escritor merecía y merece la pena. Ya ves las vueltas que da el mundo tan anonadado estaba de las explicaciones, que pensaba que Miguel por aquél entonces ya no estaba vivo, y por desgracia para la literatura española, hoy ha muerto.

Con esto que estoy escribiendo, quiero darle una despedida desde este humilde blog, escrito por este escritor amateur.

Hoy le despido yo, un mero lector que no he tenido la suerte de leer ninguna obra suya cuando él vivía, pero que en un futuro tengo pensado hacerlo. Yo tan solo he visto reportajes sobre sus obras llevadas al teatro, y tan solo leído un pequeño extracto cuando lo estudiaba en clase.

No quiero hablar de sus premios conseguidos, pues para eso han estado todos los telediarios haciendo reportajes sobre su vida. Tan solo despedirle dignamente, como él se merece.

Aquí os dejo unas líneas de “Cinco horas con Mario” que es la que más me atrae, pues tiene la peculiaridad de que imita un monólogo, tan solo habla Carmen, la difunta de Mario, en toda la obra:

“Hoy no les hables a los chicos de la guerra, te llamarían loco, y sí, la guerra será todo lo horrible que tú quieras, pero, al fin y al cabo, es oficio de valientes, después de todo no es para tanto, que yo, por mucho que digáis, lo pasé bien en la guerra, de acuerdo, a lo mejor por insensatez, pero no me digas si aquello era como una fiesta sin fin, cada día algo distinto, que si los legionarios, que si los italianos, que si los viejos, cantando «Los voluntarios», que tiene una letra bien bonita, o «El novio de la muerte» que ésta sí que es el no va más. Y entonces ni me importaban los bombardeos, ni el Día del Plato único, que mamá, con ese arte especial que tenía, juntaba todo en un plato y ni pasábamos hambre, te lo juro, como el Día sin Postre, que Transi y yo comprábamos”

Hasta luego, MAESTRO.